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Exxon Valdez (1989): una catástrofe humana... y un punto de inflexión para la seguridad marítima

El petrolero Exxon Valdez encallado en Alaska

Una tragedia de origen humano

El 24 de marzo de 1989, a las 00:04 horas, el petrolero Exxon Valdez encalló en el arrecife Bligh, en el estrecho del Príncipe Guillermo, en Alaska. En pocas horas, entre 38 500 y 40 000 toneladas de crudo se derramaron en el mar, contaminando directamente unos 800 km de costa y hasta 2 000 km si se incluyen las zonas insulares.

Esta catástrofe, una de las más graves en la historia de Estados Unidos, causó la muerte de aproximadamente 300 000 aves marinas, una contaminación duradera de los ecosistemas y una polución residual aún detectable varias décadas después del accidente.

La investigación del National Transportation Safety Board (NTSB) fue categórica: fatiga del personal, error del oficial de guardia, supervisión deficiente y, sobre todo, la ausencia del capitán Joseph Hazelwood en el puente en el momento crítico. Hazelwood, quien tenía antecedentes de problemas con el alcohol, dio positivo en el test de alcoholemia tras el accidente. El naufragio fue, por tanto, el resultado de una cadena de decisiones humanas y fallos organizacionales con consecuencias dramáticas.

Reformas regulatorias históricas

¿Y qué papel juega la señalización marítima?

El desastre del Exxon Valdez actuó como catalizador para una aplicación reforzada del Convenio SOLAS, especialmente de su capítulo V, reglamento 13, que obliga a los Estados miembros a implementar ayudas a la navegación conforme a las recomendaciones de la IALA.

Otros vertidos de petróleo, otras lecciones

Erika (1999) y Prestige (2002) reforzaron las medidas adoptadas tras Exxon Valdez:

Gisman: un socio comprometido con una navegación segura

En Gisman, ofrecemos soluciones de señalización marítima alineadas con las recomendaciones de la AISM (IALA):

En puertos, costas o zonas remotas, nuestros sistemas refuerzan la seguridad y previenen incidentes, incluso en entornos extremos.

En conclusión

La historia del Exxon Valdez es un recordatorio doloroso: el mar no admite improvisación. Desde entonces, la señalización marítima, las tecnologías y la normativa han evolucionado significativamente.

Y si hoy estos sistemas operan en silencio, es porque cumplen con eficacia su misión: proteger a los navegantes y al medio marino de forma continua y fiable.

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